El australiano Jeffrey Revell-Reade, de 49 años, y el británico Anthony May, de 58, fueron condenados la semana pasada por un tribunal británico por haber estafado unos 70 millones de libras esterlinas a más de 1.000 inversores británicos desde unas oficinas en Madrid, según informa la prensa británica. Los condenados utilizaban el denominado método de boiler rooms (sala de calderas), que consiste en crear un call center desde donde se hacen llamadas internacionales para vender acciones de entidades inexistentes o sobrevaloradas, sistema por el que consiguieron incluso estafar a un británico 1,2 millones.
Los hechos ocurrieron entre 2003 y 2007, cuando la Oficina Antifraude Británica (SFO, en sus siglas en inglés) puso en marcha la “Operación Apisonadora”, que culminó con la detención de los dos líderes de la banda, quienes llevaban una vida de lujo, entre Londres, Austria, Madrid y Australia. El australiano era el cerebro de la operación y había diseñado un equipo de ventas de Madrid que vendía fraudulentamente acciones de empresas que cotizan en EEUU que no se podían vender en un año. Pasado ese año, los timados se daban cuenta de que las acciones eran de compañías ficticias o liquidadas.
Los hechos ocurrieron entre 2003 y 2007, cuando la Oficina Antifraude Británica (SFO, en sus siglas en inglés) puso en marcha la “Operación Apisonadora”, que culminó con la detención de los dos líderes de la banda, quienes llevaban una vida de lujo, entre Londres, Austria, Madrid y Australia. El australiano era el cerebro de la operación y había diseñado un equipo de ventas de Madrid que vendía fraudulentamente acciones de empresas que cotizan en EEUU que no se podían vender en un año. Pasado ese año, los timados se daban cuenta de que las acciones eran de compañías ficticias o liquidadas.