Aspain 11 EAFI considera que, tras las elecciones del pasado enero y la victoria de Syriza en Grecia, volvieron las sombras sobre España y un posible contagio magnificado por el auge de Podemos. Sin embargo, afirma que “atendiendo a diversas variables macroeconómicas llegaremos a la conclusión de que España, no es Grecia. El principal motivo es por el peso que tienen ambas economías en la Eurozona. El PIB de España es la cuarta mayor economía en la zona euro, contribuyendo con un 10,59%, mientras que Grecia supone solamente un 1,84% del total, por lo que cualquier medida unilateral por parte del gobierno griego tendría una repercusión bastante menor que si fuera tomada por el gobierno español”.
Además, sostiene que, tras la crisis, “España en 2012 se convertía en un país netamente exportador, contribuyendo de forma clara al crecimiento económico, mientras que la inversión en formación bruta de capital descendía de su máximo de 2007 hasta el mínimo en 10 años en 2013, suponiendo sólo un 19% del total del PIB. El consumo se mantuvo estable en torno al 77%. Mientras en Grecia, el consumo seguía siendo el sustento de la economía, incluso incrementándose por encima del 90%, la inversión también descendía a mínimos históricos, pero sin embargo, seguía siendo un país netamente importador, su modelos productivo no había cambiado como España”.
Asimismo, agrega que “la evolución del déficit de ambas economías ha divergido en los últimos años. Mientras que el déficit de España se ha ido reduciendo tras el peor año de la crisis, gracias a las medidas de austeridad y consolidación fiscal llevadas a cabo por el Gobierno, el déficit de Grecia desde 2009 apenas ha variado”.
Por tanto, concluye que “aunque ambas economías puedan compartir males similares, como pueden ser la hipertrofia del Estado, la excesiva carga fiscal a la que se ven sometidas sus habitantes, un entorno laboral todavía rígido y una corrupción que erosiona la paciencia y la credibilidad del país, España ha sabido adaptarse, ha llevado a cabo las medidas y reformas necesarias para evitar un rescate total y conseguir que los mercados volvieran a confiar en la prosperidad del país, mientras que Grecia sigue sumida en una espiral de deuda y recesión del que de momento no atisba final. España, hasta las elecciones generales de 2015, por el momento, no es Grecia”.
Además, sostiene que, tras la crisis, “España en 2012 se convertía en un país netamente exportador, contribuyendo de forma clara al crecimiento económico, mientras que la inversión en formación bruta de capital descendía de su máximo de 2007 hasta el mínimo en 10 años en 2013, suponiendo sólo un 19% del total del PIB. El consumo se mantuvo estable en torno al 77%. Mientras en Grecia, el consumo seguía siendo el sustento de la economía, incluso incrementándose por encima del 90%, la inversión también descendía a mínimos históricos, pero sin embargo, seguía siendo un país netamente importador, su modelos productivo no había cambiado como España”.
Asimismo, agrega que “la evolución del déficit de ambas economías ha divergido en los últimos años. Mientras que el déficit de España se ha ido reduciendo tras el peor año de la crisis, gracias a las medidas de austeridad y consolidación fiscal llevadas a cabo por el Gobierno, el déficit de Grecia desde 2009 apenas ha variado”.
Por tanto, concluye que “aunque ambas economías puedan compartir males similares, como pueden ser la hipertrofia del Estado, la excesiva carga fiscal a la que se ven sometidas sus habitantes, un entorno laboral todavía rígido y una corrupción que erosiona la paciencia y la credibilidad del país, España ha sabido adaptarse, ha llevado a cabo las medidas y reformas necesarias para evitar un rescate total y conseguir que los mercados volvieran a confiar en la prosperidad del país, mientras que Grecia sigue sumida en una espiral de deuda y recesión del que de momento no atisba final. España, hasta las elecciones generales de 2015, por el momento, no es Grecia”.