Sevilla ha sido el escenario de la triste actuación del notario Pedro Romero, que acuciado por las deudas se suicidó el pasado 3 de marzo. Romero se aprovechaba del prestigio e influencia social que le otorgaba su cargo y su pertenencia a la élite sevillana para, entre otras irregularidades, invertir el dinero de sus clientes. Esta nefasta actividad de asesoría de inversión, junto con otros desastres empresariales, le llevó a acumular una deuda superior a 50 millones de euros.
Romero además ejercía de depositario de cantidades de los clientes de su notaría, dinero que utilizaba para tapar pérdidas anteriores, y que en algunos casos suponían cantidades muy importantes, como un de unos constructores y la Universidad de Sevilla que le depositaron un cheque por 5,5 millones de euros. Este caso provocó la intervención del Colegio Notarial de Sevilla que le exigió que cumpliera como garante de la Ley para devolver el dinero. Se calcula que las deudas por operaciones con clientes de la notaría podría ascender a 10 millones, mientras que otros 40 millones de deudas correspondería a pasivos con los bancos y avales empresariales, especialmente los otorgados a Bodegas Pedro Romero, propiedad de la familia del notario.