Uno de los grandes males que ha llevado a la banca española a tener que ser rescatada reside en su falta de vocación por un asesoramiento financiero de calidad, que mantenga satisfecho al cliente de servicios financieros y consiga un mercado auténticamente transparente. Su vocación ha sido y, en muchos casos, sigue siendo la de `colocador de productos´, muchas veces `con calzador´.
Por su parte, los asesores financieros no necesitan de ningún rescate y deben aprovechar el creciente desprestigio reputacional de la banca para acercarse a más clientes y convencerles de que sus servicios están orientados a sus necesidades y no a salvar las cuentas de unas entidades con balances opacos. Cuando se habla de los orígenes de la crisis y de su solución, siempre se cita la desregulación financiera, pero la salida de la crisis no debe hacerse a golpe de regulación, porque encorsetaría el mercado. La solución pasa por un cambio en la cultura financiera, que implique a las Administraciones, la sociedad y al sector financiero, con el fin último de conseguir un cliente más maduro e informado, que sepa valorar la importancia de un buen asesoramiento para sus inversiones y ahorros.